"Todos los días a la salida de la primaria dedicabamos una hora a la costura, practicabamos  puntadas como la colita de rata, elaborabamos cuadros de colores para confeccionar piezas grandes que se exponían al final del año escolar.  Estando un poco más grande aprendí a bordar punto de cruz, mi abuela y mi madre guiaban que mi labor fuera impecable tal como ellas lo hacían, cuidando siempre que quedarán rayas o cruces al reverso del bordado.

Bordar una pieza no sólo implica mucho trabajo,  dejo en ella mucho de lo yo soy, de mis emociones y pensamientos  mientras la realizo, lo ultimo que he hecho son piezas para bebés de amigos cercanos en las que demuestro todo mi cariño para ellos".